DIALOGO DEL CANTO XXIV DE LA ILIADA.
Aquiles llevado por el enojo, el cual era de gran magnitud, salió. No lo pensó, no estaba dispuesto a seguir con aquella discusión que estaba seguro no lo llevaría a ningún lado; entre su disputa interna, tratando de controlar aquellos pensamientos oscuros que corroían su mente, se encontró perdido…
- ¿Dios mío, cuanta más desgracia traerás a mi vida? ¿No fue ya pues, suficiente sufrimiento? Encontrándose entre las tinieblas del inframundo, cansado y fuera de si escucho entonces aquella voz que significó el inicio de aquel suceso inesperado
- Aquiles, hermoso y rápido héroe de la guerra de troya donde estuviste todo este tiempo? Estuve acá, sin tener mas que la esperanza de compañía esperando por ti pues, aunque la fe quería abandonar mi cuerpo, aun así me mantuve fuerte tal cual guerrero que soy.
Aquiles, quien permanecía sin salir de su asombro y sin poder creer lo que sus ojos, que habían presenciado escenas sangrientas y miles de muertes a lo largo de su vida contemplaban. Aquel, que en algún momento fue su compañero y con quien creció, aquel por el cual había caído irremediablemente <<Vaya suerte la mía! Volver a encontrarte acá, después de haber llorado encima de aquella armadura que portabas el día en el que partiste>> Aquiles que murmuraba sin cesar, sentía las lagrimas acumularse en sus ojos y el nudo creciente en su garganta. Antes de darse cuenta, había caído de rodillas mientras sus sollozos aumentaban << mate con mis propias manos a Héctor, aquel que antes te había dado muerte a ti>>
<<Tal como yo lo había manifestado, más sin embargo hay cosas que deberías saber antes de continuar. Aun después de mi muerte, yo estaba en paz y aunque, en este momento la alegría invade mi corazón, sigo estando en paz >>
<< es posible tener aquel sentimiento cuando tu vida se está acabando? >>
Patroclo viéndolo directamente agregó: << No sé si todos aquellos que fallecieron lo habrán sentido pero yo sí ,pues sabía que volvería a verte en algún momento… >>
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